La quiropráctica es una disciplina de la medicina que se enfoca en el diagnóstico y…
El Azúcar exceso, en relación con el cáncer de hígado
El exceso de azúcar, químicos y cáncer de hígado
A nivel mundial, el carcinoma hepatocelular (CHC) del cáncer de hígado es la segunda principal causa de muerte por cáncer debido a su alta prevalencia y la dificultad del tratamiento. Los investigadores advierten que para el 2030, la tasa mundial de cáncer de hígado se duplicará, lo que afectará a más de 1.2 millones de personas
La cirrosis inducida por el alcohol y la EHGNA (HÍG pueden ser reversibles en sus etapas iniciales si abandona el alcohol y reduce su consumo de fructosa procesada, respectivamente.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA) son cada vez más frecuentes. Entre 2001 y 2013, el número de casos de cirrosis diagnosticados casi se duplicó, y las muertes por cirrosis aumentaron un 65 % entre 1999 y 2016. El mayor aumento (10.5 %) se registró entre las edades de 25 y 34 años, donde la cirrosis alcohólica ha aumentado de manera desaforada.
El consumo excesivo de azúcar impulsa el aumento de las tasas de EHGNA (El Azúcar exceso)
Si bien la cirrosis relacionada con el alcohol está aumentando las tasas de mortalidad, la prevalencia cada vez mayor de EHGNA está contribuyendo a la carga general de enfermedades hepáticas. En el caso de la EHGNA, el hígado graso se produce en ausencia de un consumo significativo de alcohol, y en su lugar es impulsado por el exceso de azúcar, por lo que ahora incluso se encuentra en niños pequeños.
La EHGNA suele ser asintomática, aunque puede causar fatiga, ictericia, hinchazón en las piernas y abdomen, confusión mental y más. Si no se trata, puede causar inflamación del hígado, llamada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), y puede provocar cáncer de hígado o insuficiencia hepática. Sin embargo, de la misma forma que pasa con la cirrosis relacionada con el alcohol, la EHGNA se puede revertir en sus primeras etapas al llevar una alimentación adecuada y hacer ejercicio.
Lo más importante es que debe eliminar la fructosa procesada y otros azúcares añadidos de su alimentación. La fructosa afecta su hígado de maneras muy similares al alcohol. A diferencia de la glucosa, que puede ser utilizada por prácticamente todas las células de su cuerpo, la fructosa solo puede ser metabolizada por el hígado ya que es el único órgano que tiene el transportador para ello.
Puesto que toda la fructosa se transporta a su hígado, si la consume en grandes cantidades, termina dañando y deteriorando este órgano de la misma manera que lo hacen el alcohol y otras toxinas.
Además, la forma en que su hígado metaboliza la fructosa es muy similar a la del alcohol, pues ambas sustancias sirven como sustratos para convertir los carbohidratos en grasa, lo que promueve la resistencia a la insulina, dislipidemia (niveles anormales de grasa en el torrente sanguíneo) e hígado graso.
Además, la fructosa se somete a la reacción de Maillard con proteínas, lo que lleva a la formación de radicales libres de superóxido que pueden provocar una inflamación hepática similar a la del acetaldehído, un metabolito intermediario del etanol.
Según el Dr. Robert Lustig, un neuro endocrinólogo en la división de endocrinología en la Universidad de California, la fructosa es una «toxina hepática crónica e intrínseca”, es decir dependiente de la dosis.
El exceso de glucosa se convierte en fructosa y diezma su NAD+(El Azúcar exceso)
El problema no solo es consumir fructosa en exceso en los alimentos procesados, sino que, en última instancia y en un esfuerzo por metabolizar la glucosa, el exceso de la misma se convierte en fructosa con el fin de obtener energía. Permítame explicarle esto con más detalle.
Cuando su cuerpo está expuesto a un exceso crónico de glucosa, la primera enzima que la descompone es la hexoquinasa, y cuando esta enzima se satura ya no puede descomponerla.
Una vez que esto ocurre, la glucosa se metabolizará a través de la vía del poliol, en la que la aldosa reductasa metaboliza la glucosa en sorbitol y el sorbitol deshidrogenasa metaboliza posteriormente el sorbitol en fructosa (consulte el esquema a continuación).
Se estima que cuando tiene un buen estado de salud, únicamente un 3 % de la glucosa pasa por la ruta expuesta, pero al menos el 30 % de la misma fluye a través de esta vía en la hiperglucemia crónica, lo que genera un círculo vicioso de exceso de fructosa.
Esta catástrofe metabólica es una reacción redox que se deriva del intercambio de una molécula de NADPH por una de NADH. Esto es precisamente lo que no debería pasar, ya que la NADPH se utiliza como un reductor de reserva para sus antioxidantes y es necesaria para producir tanto sus hormonas esteroides como sus grasas. Cuando sus niveles son bajos empezará a experimentar graves dificultades.
Por si fuera poco, aumenta su índice de NADH y empeora su relación NAD y NADH. Conforme el suministro de combustible va superando la demanda metabólica, las proporciones de NAD y NADH mitocondriales y citoplásmicas van disminuyendo. La consiguiente hiperpolarización de la membrana mitocondrial perpetúa la fuga de electrones y el exceso de estrés oxidativo.
Por fortuna, existe una solución sencilla y asequible que debería mejorar radicalmente esta catástrofe metabólica. Lo primero que debe hacer, invariablemente, es sanear su alimentación como ya hemos aconsejado en repetidas ocasiones, para que su cuerpo pueda quemar grasa como combustible.
Sin embargo, también puede tomar precursores de NAD como la niacina simple de liberación prolongada. Eso debería ayudar a aumentar la relación NAD/NADH y los niveles de NADPH. Mi recomendación es empezar con una dosis de 25 a 50 miligramos varias veces al día, ya que tomar una dosis más alta probablemente causará una sensación de sofoco inofensiva pero relativamente molesta.
También sería útil que redujera su exposición a los campos electromagnéticos, ya que esto también consume NAD a través de la hiperactivación de PARP y empeorará la condición metabólica.
El folato, cardo mariano, NAC, café y brócoli ayudan a promover una función hepática saludable
- El consumo de folato también puede ayudar a proteger su función hepática. De hecho estudios también han demostrado que la deficiencia de folato puede aumentar su riesgo de cáncer de hígado. Dicho nutriente puede proporcionarle al hígado cierto grado de protección contra el daño. De igual forma, el folato puede mitigar el daño relacionado con los pesticidas, lo que incluye al autismo.
- El cardo mariano es una hierba que se ha utilizado durante miles de años con el fin de favorecer la salud del hígado, riñones y vesícula biliar. En los tiempos modernos, la silimarina se ha utilizado con el fin de tratar la hepatopatía alcohólica, la hepatitis viral aguda y crónica, así como las enfermedades hepáticas inducidas por toxinas. Se cree que el ingrediente activo, un flavonoide llamado silimarina, es responsable de los efectos beneficiosos que se le atribuyen al cardo mariano, entre los cuales se encuentran que concede protección hepática, propiedades antioxidantes, antivirales y antiinflamatorias.
- la N-acetilcisteína(NAC), es un potente protector del hígado, y un precursor necesario para la biosíntesis del glutatión. De hecho, los trabajos de investigación sugieren que, en comparación con el resveratrol antioxidante, es probable que la NAC sea una mejor alternativa para apoyar la salud hepática en personas que sufren hepatitis C y otras enfermedades hepáticas crónicas.
- Si le gusta beber café, le puede alegrar descubrir que éste parece tener un efecto protector contra el carcinoma hepatocelular (CHC), una forma grave de cáncer de hígado y la segunda causa más frecuente de muerte por cáncer en el mundo. Beber una taza de café al día reduce el riesgo de CHC en una quinta parte. Si le interesa optimizar los beneficios que le proporciona el café, tómelo negro y en su versión orgánica sin leche ni azúcar. Aún así es recomedable no excederse en su consumo, hay grupos de riesgo como las mujeres embarazadas que mientras dure la gestación debería evitarlo según sugiere en su estudio el Dr. Oliver Kennedy, de la Universidad de Southampton en el Reino Unido
Exposiciones químicas de bajo nivel están vinculadas al daño hepático
Aunque no existen datos concretos, si existen estudios sobre que posiblemente hoy por hoy la cirrosis inducida por el alcohol está presentándose a una menor edad como resultado del daño hepático causado por exposiciones químicas. De hecho, los investigadores han demostrado que incluso pequeñas cantidades de productos químicos en los alimentos, medicinas y productos para el cuidado personal pueden causar daño hepático.
Uno de los experimentos antes mencionados fue diseñado con el fin de evaluar los efectos de combinaciones químicas en dosis bajas cuyas fuentes eran meramente ambientales como alimentos, medicamentos y productos para el cuidado personal.
El Roundup daña el hígado incluso en dosis mínimas
Roundup, el herbicida más utilizado en el mundo, también ha sido relacionado con daño hepático. De manera inquietante, los niveles de glifosato en la orina se han disparado en las últimas dos décadas, lo que sugiere una exposición crónica generalizada, muy probablemente por los alimentos.
Fuentes y referencias:
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