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Tus primeros dientes
Tus primeros dientes
El proceso de los primeros dientes siempre es una época que conlleva algo de estrés, tanto por los padres como para el bebé. Hay muchas teorías y mitos relacionados con este proceso totalmente natural. Algunos bebés ya tienen su primer diente a los cuatro meses, otros no tienen ninguno con un año. El “retraso” de la aparición del primer diente no tiene que ver con deficiencias en calcio, contrariamente a que mucha gente se cree. La verdad es que el proceso se adapta a la alimentación del bebé, los primeros dientes en aparecer son los incisivos, perfectos para cortar alimentos blandos como verdura y fruta, más tarde aparecerán los caninos y los molares, para masticar cosas más duras como la carne.
Todos los bebés lo pasan más o menos mal, pero se trata de un proceso perfectamente natural que en general no requiere interferencia.
El proceso:
Los dientes, compuestos por esmalte, el material más duro presente en nuestro cuerpo, perforan los huesos de la mandíbula y del maxilar y luego los tejidos blandos de las encías. Cualquier proceso de perforación genera escombros y el cuerpo no es diferente:
1. El proceso suele generar dolor: perforar huesos duele.
2. Se generan “escombros”, células muertas del hueso y de las encías.
3. Se aumenta la presencia de bacterias en la zona, las bacterias son organismos presentes naturalmente en nuestro cuerpo cuyo trabajo es sencillo: eliminar células muertas. La bacterias en nuestros intestinos convierten las células muertas y inútiles en nuestros intestinos en heces y las células muertas en heridas en la costra que a su vez protege la herida.
4. Producción de mucosidad por la actividad de las bacterias.
5. Fiebre para que el sistema inmunitario pueda controlar las bacterias. El sistema inmunitario está en espera a 37ºC, temperatura ideal para que las bacterias se multipliquen rápidamente. Con 38,5ºC, el sistema inmunitario está activo y puede reaccionar rápidamente, mientras las bacterias se desarrollan más lentamente. Esto es importante ya que, al perforar, bacterias externas (los bebés se meten de todo en la boca) pueden entrar en el cuerpo y el sistema inmunitario los elimina con rapidez.
6. Irritación de los labios y la piel alrededor de la boca ya que la composición química de la saliva se ve alterada y algo más ácida por la gran presencia de bacterias. Este proceso también ayuda al sistema inmunitario controlar su colonia de trabajadores.
7. Diarrea y cambio de composición y olor de las heces debido a la ingestión de bacterias no deseadas en el sistema gastrointestinal: el bebé traga moco y saliva y el cuerpo los elimina de forma acelerada.
8. Irritación de la piel alrededor del ano por el cambio de acidez en el tubo gastrointestinal (de la boca hacia el ano) por el mismo motivo que la irritación de la piel alrededor de la boca y los labios.
9. Dermatitis del pañal por la acidez de las heces.
Hay varias maneras de “tratar” este proceso. Con fármacos o sin ellos, es decir, interfiriendo en un proceso perfectamente natural, o permitiéndolo.
En muchos casos el proceso de los primeros dientes termina en otitis por un motivo muy sencillo: los bebés se tragan todo y las mucosidades se quedan estancadas en el tubo de drenaje entre el oído y la nariz. Esto suele ser debido a que a la más mínima aparición de fiebre, los padres suministran antipiréticos, fármacos que suprimen la fiebre que tiene un rol esencial en este proceso. Al quitarle químicamente al sistema inmunitario su capacidad de control sobre las bacterias, éstas se desarrollan rápidamente y terminan detrás del tímpano del bebé por acumulación. En este momento, se requiere la presencia de otras bacterias para eliminar las que han llegado al oído (que tiene su propia colonia de bacterias, diferentes a las del sistema gastrointestinal). La fiebre aumenta, el bebé sufre mucho más dolor por la presión sobre le tímpano y el proceso termina con una dosis de antibióticos que eliminan bacterias indiscriminadamente, tanto los naturalmente presentes en el cuerpo como los que el cuerpo considera invasores. En resumen, un proceso caro, inútil y incluso peligroso ya que debilita el sistema durante varios meses después de la acción de los antibióticos.
Muchos padres recurren a métodos más “naturales”, sedativos naturales y probióticos, más seguros, menos caros pero igualmente innecesarios ya que descuidan la normalidad del proceso corporal por el que pasamos todos.
Por último está este proceso sencillo, indoloro y seguro: educar a los padres para recordarles de que se trata de un proceso natural que irá mucho más deprisa si se permite su desarrollo normal combinado con ajustes de la columna vertebral según necesidad para permitir que el cuerpo funciona al máximo de su potencial durante este momento. Este método seguro, barato y incluso necesario, que respeta la función innata del sistema inmunitario y del cuerpo se llama: quiropráctica.